Rodeados de luz

Difracción

Hasta finales del siglo XVII se pensaba que la luz era un haz de diminutas partículas que colisionaban con los objetos y eran desviadas por éstos. En 1690, el holandés Christian Huygens postuló que la luz era una onda, pero su teoría no fue aceptada sino hasta un siglo más tarde, cuando Thomas Young y Auguste Fresnel lograron explicar los fenómenos de interferencia y difracción de la luz.

Gracias a los experimentos de estos dos físicos, se logró comprender la naturaleza ondulatoria de la luz, lo que revolucionó la investigación científica de los siglos XVIII y XIX. Ellos notaron que cuando la luz pasa a través de una abertura (rendija u orificio) u obstáculo de tamaño comparable a las dimensiones de la longitud de onda, los haces de luz no sólo se ensanchan más allá de la sombra geométrica del obstáculo; también surge una serie de bandas claras y oscuras alternadas en torno a ella. Este fenómeno es característico de las ondas y recibe el nombre de difracción. Es posible observar este fenómeno mirando una fuente de luz a través de una pequeña abertura formada entre los dedos índice y medio. La visualización del fenómeno depende de la separación entre los dedos.

En el esquema propuesto, el público encontrará un tubo de observación, en donde hay una fuente de luz y una rendija regulable. Al disminuir el ancho de la rendija, el observador deja pasar una porción de luz cada vez menor, haciendo visible el fenómeno de la difracción. En otra experiencia, se encuentra un montaje de base piramidal, en donde un láser (fuente de luz) apunta a un disco giratorio, que contiene un conjunto de elementos difractores diferentes. Cada uno de ellos genera un patrón de difracción característico. El público podrá rotar el disco y descubrir los distintos y bellos patrones de difracción proyectados en la base de la pirámide.